Alcaldías de toda Europa derrochan miles de euros para conocer el estado de ánimo de sus conciudadanos mediante encuestas telefónicas. El proyecto Selfiecity presentado por @manovich en el foro de Europeana ofrece un método que puede resultar mucho más directo, barato y en tiempo real.
Estuve en Viena la semana pasada presentando el proyecto sobre capiteles y educación en fabricación digital. Fueron dos días y una noche dedicados a reflexionar sobre la explotación del patrimonio cultural europeo digitalizado por iniciativa de Europeana. Un ejemplo claro es el del divertido proyecto VanGoYourself, hoy empresa, al que sugiero dediquéis unos minutos.
Uno de los ponentes de las jornadas era Lev Manovich, investigador, divulgador y empresario de las digital humanities, new media art and software studies. Su ponencia versaba sobre cómo podíamos tratar y explotar las imágenes directamente, sin necesidad de metadatos, y la ilustraba con múltiples ejemplos. El más interesante para mi fue la SelfieCity que analizaba los selfies públicos de las personas que vivían o visitaban 5 grandes ciudades de todo el mundo. No sólo los datos, sino las herramientas, son accesibles. Así podemos saber a partir de 3200 imágenes algo tan intrascendente como hacia dónde inclinan la cabeza en cada ciudad, o cuánto y cómo sonríen en función de la edad y el sexo.

Os invito a jugar con la herramienta del SelfiExploratory, una de las muchas generadas por le laboratorio de softwarestudies en código abierto y gratuitas. SelfiExploratory es hoy sólo un experimento que demuestra la potencia del análisis de imágenes en un mundo plano, pero fácilmente nos lleva a pensar en qué más podríamos medir en tiempo real.
Por ejemplo, se me ocurre que Amazon podría substituir el clásico correo que te envía tras adquirir un libro (analógico o digital) por una foto tomada con tu dispositivo móvil mientras lo estás leyendo. Inmediato, y con muchos más matices que una encuesta. Y quie dice una foto dice un vídeo en streaming durante la lectura de una página a cambio de un descuento en el libro o en el aparato como hacían antiguamente para medir las audiencias de TV. Miles de personas leyendo páginas diferentes y dejándose observar hasta componer una crítica emociofacial del libro vendida después a la editorial y utilizada como prescripción. Y es que la tecnología nos empuja a explotar nuestras cualidades más humanas para seguir siendo competitivos ante ella
Deixa una resposta a pere losantos Cancel·la la resposta