2010010. El primer Sindicato del conocimiento (fuente Wikipedia 2012).

Érase una vez una civilización que vivía tranquila y apacible en una región del mediterráneo. Cada cambio en el entorno – la llegada de personas con costumbres diferentes, la introducción del calabacín, la liberalización del mercado de conocimiento mediante la imprenta- requería un tiempo de adaptación la duración del cual era inversamente proporcional a la violencia física o económica utilizada para introducirlo. La innovación era la excepción en una escala temporal de 40 años de vida. Con suerte aparecían una o dos novedades durante una generación, y era sencillo asimilarlas. Estas innovaciones nacían vinculadas a la figura de la persona emprendedora, que se convertía en microempresaria.

Con la llegada de revolución industrial el panorama empezó a cambiar. El mercado empezó a inundarse de nuevos productos y el consumo desenfrenado se convirtió con los años en el motor de la economía. Las innovaciones ya no podían producirse con una cadencia de 40 años, era necesario ilusionar y satisfacer al consumidor con nuevos productos y servicios para que siguiese consumiendo. Se separó también el capital de la economía productiva, en una peligrosa espiral especulativa.

De la personal excéntrica que tenía una idea y creaba un pequeño negocio se pasó a la empresa industrial que fabricaba productos y que se apoyaba en el sistema de propiedad industrial para garantizar su monopolio. Estas empresas tenían departamentos de “I+D” que ideaban nuevos productos, departamentos que crecían y crecían sin mesura. Pero el ritmo de la demanda de innovaciones de la sociedad que habían creado era tal que pronto no tuvieron suficiente con la capacidad creativa de la empresa y nacieron consultoras “especialistas en creatividad”, en la creación de tendencias, y hasta las propias universidades se aprestaban a participar gustosas del juego,….

Pero todavía no había suficientes ideas. A diferencia de la colocación de tornillos, los directivos no podían forzar la generación de ideas. Cuanto más estrés se inyectaba al sistema, menor era la productividad creativa. Grandes empresas proporcionaban tiempo libre y entorno relajados a sus empleados para que pensasen e ideasen, con el ánimo de extraer de ellos la máxima productividad creativa, y los empleados se sentían felices. Otras empresas -impulsados por la adminstración- apostaron por la sistematización del “proceso de innovación” en sus organizaciones, creyendo que así se incrementaría el ritmo de producción de ideas como si de Ford T se tratara.

Con la incorporación de los BRIC a la sociedad de consumo las grandes corporaciones vieron que no tenían suficiente con esta nueva metodología. Entonces atacaron en tres frentes para conseguir que el mundo entero fuese fuente de creatividad trabajando para ellas. La inspiración llegó de unas comunidades que se habían creado para desarrollar plataformas de software libre por amor al arte y de algunos periódicos que habrían sus ediciones a colaboradores altruistas y entusiatas.

El primer frente estratégico fue la creación de plataformas de captación de ideas como Innocentive para disponer de mayor mano de obra creativa con el menor coste posible. Sólo pagaban al que solucionaba el problema, pero tenían acceso a miles de cabezas pensantes -muchas de ellas personal vinculado a universidades y pagado por la administración- trabajando para ellos sin ningún tipo de cobertura legal.

El segundo frente fue el lanzamiento de una nueva metodología llamada Open Innovation que sistemáticamente convencía a empresas y a administraciones de las maravillas de esta nueva innovación cooperativa, de las ventajas que conllevaba para toda la sociedad. Una pléyade de pequeñas consultoras se apuntaron a la moda en todo el mundo, intentando abrir nuevos mercados que sustituyesen a la ya raíday caída en desgracia “gestión de la innovación”.

El tercer frente fue el desarrollo de la tecnología de las redes sociales que promocionaban como una distracción para adolescentes, trabajadores futuros que crecerían en un nuevo entorno hiperconectado e hipercreativo. Nadie lo veía, pero las mismas empresas que habían optado por sistemas de estimulación de la creatividad estaban detrás de estas plataformas, y su objetivo no era sólo tener acceso a más mentes creativas, sino que directamente tenían acceso mediante la Cloud a todo aquello que pensaban o desarrollaban sin tener que pagar por ello.

El final de la historia fue la clásica autoregulación de los sistemas dinámicos mediante el efecto mariposa. Fue la postura de empecinamiento de una ministra del país mediterráneo origen de esta historia la que abrió los ojos a muchas personas sobre la realidad de la sociedad del conocimiento que nos vendían. De la explotación de la mano de obra se había pasado a la explotación de la capacidad creativa de las personas, último bastión de su personalidad.  En el año 2012 se creó el primer Sindicato del Conocimiento, cuyo líder destacado durante muchos años fue un acérrimo opositor a la campaña de la ilustre ministra.

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