Maria, 40 años, casada con Antonio y madre de tres hijos de 15, 12 y 8 años. Anna, 44, hermana de Maria, casada pero sin hijos, nunca los quiso y ya no los tendrá. Maria trabaja como administrativa en la universidad pública, Anna es maestra de escuela. Ambas cobran un salario similar, unos 28.000€ brutos. Anna y su pareja viven sin aparentes problemas económicos, con un piso de propiedad, hipoteca casi pagada, viajes anuales por vacaciones… No tienen ingresos extra, no los necesitan tampoco, e incluso han llegado a comprar un piso ahora que los regalan como inversión de futuro.
Maria no lo pasa tan bien. Entre las extraescolares de música, el colegio concertado, el gasto de agua, luz, calefacción, la hipoteca del piso -unos 1.000€-, la comida para cinco, la mutua,… No le falta, pero tampoco le sobra, y cada día reza para que no pase nada. Su marido Antonio es pintor de brocha gorda, autónomo, y lo que ganan entre los dos debería ser más que suficiente para llegar holgadamente a fin de mes. Pero no. El dinero no llega. Lo estiran y lo estiran, pero no consiguen ahorrar. Y mientras su hermana, sin hijos que mantener, vive tan ricamente para que cuando se jubilen sean sus hijas los que le paguen la pensión.
A Maria este año le ha tocado participar en la aplicación de los “descuentos” por hijos a cargo en el IRPF. Se ha quedado de piedra, es un escándalo! 1.836 € por el primero, 2.040 € el segundo y 3.672 € por el tercero y algo más por el cuarto y siguientes y se reparten entre los cónyuges. “Total, que la diferencia entre mi hermana y yo es de 2.000€ que me “regalan” para hacer frente a todos los gastos que comporta criar a los hijos mientras mi hermana se pega la vida padre. Deberían descontarme mucho más a mi, o que ella pagase más en la renta por no tener hijos voluntariamente, algo así como una multa, por no cumplir con su obligación para con la sociedad teniendo pareja y pudiendo fisiológicamente”.
Proyecciones para el año 2029
Maria y Anna siempre se han llevado bien, y ella no quisiera que este tema las separase. Es lo que les ha tocado vivir, y los hijos también aportan satisfacciones. En el fondo Maria cree que a Anna le hubiese gustado tenerlos pero viendo lo justa que iba ella -madre joven- ha preferido dejarlo para más adelante, y esperando, esperando, al final les ha podido la pereza. Maria le explica lo que le pasa por la cabeza y en una comida de hermanas juegan a proyectar su situación en 2029, 15 años más adelante.
En su proyección Anna tiene 59 años y Maria 55. Les queda ya poco para jubilarse, especialmente a Anna que como maestra tiene todavía alguna prerrogativas. Durante estos años han recorrido medio mundo, cada año a un lugar diferente sin reparar en gastos. No tenían plan de pensiones más allá del pisito que se compraron como inversión. De hecho, no fue muy buena inversión porque desde la crisis de 2007 los precios no se han recuperado, y vendiéndolo perderían dinero. Lo tienen en alquiler, pero todo lo que ganan se va para pagar la residencia de su madre, con Alzheimer, que les cuesta 1500€ al mes a repartir entre las dos hermanas.
En 2029 el sistema de pensiones todavía aguanta, pero todo el mundo piensa que está a punto de explotar. No hay suficientes personas trabajando para pagar tantas pensiones. Uno se pregunta si en 2014 no veían lo que se avecinaba. Han ido reduciéndolas hasta que se han equiparado con el salario mínimo, y pronto dejarán de pagarlas. El futuro está negro, sólo se salvan los que contrataron planes de pensiones privados, pero quién iba a pensar que…
De vuelta a la realidad. AirPnP. People&Pensions
Se está acabando ya la comida familiar, y a Anna se le enciende una lucecita.
Maria, si tú vas tan justa de dinero, ¿por qué no hago yo de Estado y te ayudo con tus hijos? Te paso dinero en negro cada mes o te voy pagando algunas facturas, y a cambio cuando sean mayores ellos me complementan la jubilación. Hacemos un contrato privado en estos términos. A tus hijos les va a interesar, cuando lleguen a la universidad y tengan que pagar 3000€ por curso, el carnet de coche… lo van a tener difícil así que piénsalo bien. Además tú decides por ellos hasta que sean mayores de edad.
¿No lo ves?, pasamos del Estado por que total, cuando llegue el momento no nos va a servir de nada, y lo arreglamos entre nosotras como quien optar por una madre de alquiler. Yo ahora que puedo te paso 1000€ al mes, y entre tú y tus hijos cuando me jubile dentro de 2o años me lo devolvéis actualizado con el IPC. Puedes verlo como un alquiler de tus hijos en vida. Yo que no los tengo asumo que después no tendré quien me ayude y que en estos momentos me estoy aprovechando de la situación.
La idea no estaba mal. Nada mal. Alquilar a tus hijos para el día de mañana. Anna era fan de AirBnB, una plataforma para alquilar viviendas en todo el mundo. De hecho ella misma había alquilado su casa durante los viajes. Maria, que había oído algo sobre consumo colaborativo en la universidad se quedó pensando. “Cuántas familias habrá en mi situación en estos momentos? Cuántas alquilarían la capacidad de sus hijos de pagar una pensión en el futuro por algo de dinero mientras los crían?”
Ni cortas ni perezosas montaron la plataforma AirPnP. La idea era la de siempre, un negocio two sided market; alguien que compra y alguien que vende. Recomendaciones, confianza, un pequeño pago de los que ganan algo,y ya está. Lo habían visto muchas veces. Empezaron en inglés con una web básica. Las personas sin hijos proponían un pago mensual durante X años. Las familias con hijos proponían un retorno después de X años y una solvencia contrastada de sus hijos, escuelas a las que iban, educación, competencias… incluso se promovían visitas para conocerse. Un sistema de seguridad impedía vender a los hijos más de una vez, y como eran menores de edad no hacía falta su consentimiento para venderlos.
De nuevo en 2014.
Pasaron los 15 años desde que se firmaron los primeros contratos. Maria y Anna se habían hecho ricas y habían vendido su empresa a un fondo inversor buitre por una cifra con la que nunca habían soñado, habían dejado sus trabajos y se fueron sin dejar rastro. Sin embargo, la recuperación económica y el empleo prometido que debía permitir afrontar las deudas contraídas no aparecía por ningún lado. Llegaron los primeros problemas e impagos, y los gobiernos, deseosos de que un sistema alternativo de pensiones les salvase el culo de las pensiones accedieron a cambiar la Constitución como habían hecho ya en 2011 sin consultar a la sociedad, con nocturnidad y alevosía.
Ya no era sólo la deuda soberana de los países la que se debía devolver antes que invertir en educación salud o servicios sociales básicos, sino también las deudas de los particulares. En caso contrario, aquellas personas -los hijos de Maria entre ellos- quedaban a disposición de la empresa gestora del fondo de inversión. Bienvenida de nuevo, esclavitud. Eso sí, constitucional.
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