2014033. Carta de Parry Lage a padres incautos que dejan las tablets a sus hijos.

Querido lector,
soy Parry Lage, amo y señor de Poogle, y lo sé casi todo sobre ti. Dónde trabajas, con quién te relacionas, si tienes pareja y de qué sexo, dónde vives, qué compras, a dónde viajas, qué lees, tus intereses públicos y privados, tu agenda de reuniones, tu ritmo cardíaco, la cara que tienes… incluso puedo deducir a qué velocidad conduces, información muy útil para las compañías de seguros. Y muchas otras que desconoces.

Los algoritmos que utilizo para extraer la información son muy potentes, y tengo más procesadores de los que puedes imaginar. Sin embargo, tu ritmo de navegación es lento, envías correos casi siempre a las mismas personas y con contenidos similares, y tus búsquedas son escasas, por lo que me faltan inputs. Sinceramente, deberías pasar muchas más horas delante de la pantalla para que todo fuera como yo quiero, pero la cosa no da para más.

Os confieso que me encanta iCub, el robot niño que aprende y desarrolla su cerebro como un humano. Sin prisa, pero sin pausa, este robot humanoide aprende a reconocer objetos, voces, expresiones faciales, en definitiva, se está formando como humano mientras desarrolla su cerebro mediante el aprendizaje y relación con su entorno. Como sabrás he adquirido varias empresas de robótica e inteligencia artificial durante el último año, pero todavía estoy lejos de lo que consigue este robot europeo mediante la colaboración entre instituciones de primer nivel.

Te preguntarás por qué me interesa iCub… ¿No sería posible hacer algo semejante con mis algoritmos de manera que estos creciesen y se desarrollasen en paralelo a como lo hace tu mente? Introducirlos en tu vida de manera que ya no hubiese un algoritmo genérico con los parámetros de cada cuenta de Poogle, sino que el propio algoritmo se fuese creando para ti desde tu más tierna infancia. En definitiva, disponer de un duplicado de tu cerebro, y en un futuro del de tu mujer y el de tus hijos. Un universo paralelo.

La tecnología no es para mí el problema, sino cómo entrar en este proceso de aprendizaje mutuo donde máquina y persona aprenden y se convierten en un cyborg-cloud, y lo más difícil, cómo hacerlo sin levantar sospechas. La educación es, sin duda, el camino. Hace unas semanas lanzamos Poogle Education y tuvo un gran éxito, con más de 100.000 peticiones de escuelas para utilizar el programa. Muchas utilizaban Moodle –un entorno abierto y modular- pero está claro que mi tecnología es superior. Yo ofrezco de manera gratuita un programa para que cada alumno disponga de su cuenta personalizada, y que el tutor pueda adaptar el ritmo de aprendizaje a las capacidades de cada persona. ¿No es la atención personalizada el último grito en pedagogía? ¿Alguien podrá refutar que no lo hago en beneficio de las generaciones futuras?

Estoy hablando de primaria, secundaria, universidad, pero en realidad los que más me interesan son estos tiernos chavales con cerebros todavía plásticos que veo en el tren. Chavales de padres y madres cansados que les dejan la tablet para se entretengan justificándose con “es que mi niño aprende mientras juega”. Estimulación precoz le llaman ahora. Sólo debo poner una zanahoria –una app de fichas o un memory bien hecho- que obligue a los padres a proporcionar una cuenta al niño, et voilà, todos míos para siempre.

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