Sigo buscando instrumentos que permitan a las pequeñas empresas del ámbito rural, artesano y/o ecológico competir en un mercado global y verticalizado. Uno de los problemas de trabajar con recursos de proximidad es que resulta complicado hacer visible este argumento de venta. La persona que compra no sabe realmente lo que han viajado sus judías o sus ovillos. Pero la tecnología y la sociedad en este caso pueden jugar a nuestro favor. Os presento a Sourcemap, una invención del MIT que fue creada para situar en el mapa la cadena de suministros de todos los productos del mundo.
Es una plataforma intuitiva y gráfica con un área pública donde quien esté interesado puede subir o bajarse datos de productos concretos, sin verificación, y que cuenta ya con numerosos ejemplos desde centrales nucleares a ordenadores. Tiene también un área privada que presumiblemente será la que permita mantener el área pública, pero todavía no han explicado cómo piensan generar ingresos.
Aplicaciones de Sourcemap
La herramienta, a poco que pensemos, resulta muy interesante. A bote pronto se me ocurren tres aplicaciones: la primera, ya implementada, permite calcular la huella de carbono de cualquier producto durante su viaje a través del globo. La segunda, en clave de economía circular, permite visualizar ciclos de vida de producto en los que las flechas no mueren en un cliente final sino que siempre acaban cerrándose. A este aspecto dedicaré pronto un post.
La tercera aplicación es la que tiene que ver con esta entrada. Supongamos que aparece una directiva europea en que cada producto debe indicar su procedencia como la que acaba de entrar en vigor este enero, pero añadiendo la huella de carbono o coste energético de transportar el producto. Las empresas que lo tienen a favor -las que me interesan- podrían mediante sourcemap incorporar este indicador actualizándolo diariamente conectando la plataforma a la gestión de su stock.
Por ejemplo, la empresa Montsoliu podría hoy mismo tomar su lista de productores y entrarla en sourcemap, haciendo visible esta información como argumento de compra. También podría empezar yo mismo con el listado de mi cooperativa de consumo ecológico ya que conozco exactamente de dónde viene cada producto, y en algunos casos conozco al productor o al envasador.
Por otro lado, hay empresas como Mercadona o Carrefour que hacen lo posible por esconder el origen de sus productos ocultando esta información. Os propongo un experimento interesante: un flashmob kilómetro cero. Convocamos en las redes sociales a activistas de proximidad y nos metemos en uno de los 1647 supermercados de Mercadona, el más cercano a vuestro domicilio, y vamos introduciendo producto y origen hasta tener un inventario que colgamos en la red para informar al comprador.
¿No sería una acción ciudadana interesante y contundente? De momento la ley mordaza nada dice sobre anotar la procedencia de los productos, así que podría funcionar. ¿No quieres caldo transparente? Dos tazas. De proximidad, eso sí.
Blog de Pere Losantos 