En la escuela de mis hijos nos creíamos aventajados en lo social porque no comprábamos libros sino que los “restaurábamos” a final de curso en una gran fiesta de la cultura y los utilizábamos de nuevo con un mínimo coste. El AMPA solo adquiría los imprescindibles, los niños aprendían el efecto boomerang, o en catalán, “tal faràs, tal trobaràs”, y declarábamos la guerra a las editoriales que cambiaban contenidos año tras año.
Parece que ha Amazon le ha gustado la idea, y la está poniendo en práctica a su manera. Ahora los alquilas, y cuando acabas el curso, los devuelves. Simple y lógico, como todo en Amazon. Veremos cuánto tardan en actualizar la Ley del libro prohibiendo alquilar libros de texto para proteger a las empresas inadaptadas al cambio digital como han hecho con Uber.