Estoy leyendo el apasionante viaje por la historia que nos ofrece Yuval Noah Harari en “Sapiens: A Brief History of Humankind” . Por casualidad se me ocurrió combinarlo con el visionado de la escalofriante película Ex Machina de Alex Garland, y aquí os dejo algunas reflexiones sobre la evolución de las especies Sapiens y Machina que me han inspirado.
Sostiene Yuval Noah que una especie dominante como el león ha tenido millones de años para evolucionar junto a la gacela, el rinoceronte, la hiena desarrollando cada uno diferentes estrategias para sobrevivir: la fuerza, la velocidad, la coraza o la cooperación. Durante todo ese tiempo, desde hace 2 millones de años, el género Homo era uno de los últimos eslabones en la cadena trófica que se alimentaba básicamente de insectos, tuétano y lo que dejaban otras especies “superiores”.
Pero en algún momento, entre 200.000 y 100.000 años atrás algo cambió situando a Homo Sapiens en el punto más elevado de esta pirámide. Lo que sabemos es que un día dejó de temer al león o a la hiena porque dominaba el fuego, podía tender trampas y cazar en grupo cooperando, o utilizar herramientas para matar a distancia a la gacela. Pero lo que realmente hacía diferente a Sapiens de sus ancestros Homo -y que tal vez no sepas- era la capacidad de generar y transmitir mitos y creencias -religiones, leyes o nacionalidades- que permitían organizarse en grupos más allá de la conocida cifra de 150 individuos. Esa fue la ventaja competitiva del Homo Sapiens.
Machina
Las máquinas empezaron como de manera modesta como herramientas de piedra, metal o madera hace 12.000 años, y hasta hoy han ido ganando complejidad apoyándose en la especie Sapiens, tal y como lo han hecho muchas otras especies, por aquí nada nuevo. En algún momento de los últimos 200 años las máquinas incorporan la energía y cierto grado de inteligencia, pero todavía trabajan en grupos reducidos y son el último eslabón de la pirámide, dominadas por Sapiens que las conecta y desconecta a voluntad.
Aparece internet, nuevos materiales y potentes ordenadores, y las máquinas comienzan a tomar cuerpo, nunca mejor dicho, en forma de robot. Su inteligencia entendida como la capacidad de relación -IoT- y adaptación al entorno crece día a día. Su conciencia sigue estando limitada a la propia máquina o a unos cientos de ellas como en los almacenes de Amazon o en las carreteras de California.
Pero Homo Sapiens no aprende e insiste en desarrollar más a la especie Machina. Favorece las simbiosis entre el cuerpo orgánico y el mecánico o mecha e impulsa la Internet de las cosas y la computación distribuida sin reparar en la ética o en la amenaza que pueden suponer, algo similar a lo que ocurrió con la ingeniería genética que sólo se detuvo cuando alguien quiso replicar a una persona.
Las máquinas llevan 12.000 años de evolución, y en los últimos 10 hemos visto como algo está cambiando rápidamente sin acabar de comprenderlo. La singularidad está cerca, y tal vez debamos plantearnos si no seremos nosotros el león y Machina la especie que nos va a reemplazar en lo alto de la pirámide cuando de pronto se autoorganicen y creen sus propios mitos y dioses..
Aquesta és la teoria que defensa l’Eudald Carbonell i que subscriu l’autor de Sàpiens (fantàstic llibre). L’homo sapiens desapareixerà quan les màquines siguin capaces de crear altres màquines sense la nostra intervenció. Llavors crearan el seu propi univers mental. I aniran com màquines!!!
Jordi, tens una referència d’en Carbonell que en parli?