Hace 18 meses dejé la universidad para experimentar con la aplicación de procesos de innovación y emprendimiento en la educación primaria y secundaria. En nuestro modelo promocionamos la eclosión autoorganizada y con normas mínimas de un ecosistema empresarial, y en esta entrada os comparto algunas conclusiones preliminares sobre el resultado de este experimento.
Las pocas instituciones educativas que han introducido de verdad el emprendimiento en sus programaciones lo hacen a menudo mediante un proyecto -venta de galletas, aceite local, macramé, productos del huerto….- que les obliga a pasar por diferentes procesos empresariales: presupuestos, costes, ingresos, personas y roles, inversión, mercado, producto, convenios, estatutos… y en general mediante la creación de una cooperativa escolar sin ánimo de lucro.
Nuestro enfoque ha ido un poco más allá, promocionando que aparezca un pequeño ecosistema de iniciativas -todas orientadas a costear un viaje de intercambio de idiomas- en el que hemos podido identificar comportamientos con lo mejor y lo peor del mundo real. A partir de aquí hemos podido debatir sobre la necesidad de establecer una regulación para los mercados -y en concreto para nuestro pequeño ecosistema- y los valores que deben regirlo. Os dejo unos cuantos ejemplos de lo que vamos viviendo.
- Monopolios: una de las pocas normas escritas establecía que las empresas debían firmar un convenio de colaboración con el colegio antes de vender su producto. Un avispado estudiante montó una asesoría de convenios y durante unas semanas consiguió que las empresas se sintiesen obligadas a contratar sus servicios, aunque no era realmente necesario.
- Propiedad intelectual: el tiempo se acaba y, ante la necesidad de vender algo para costear el viaje, es fácil que algunos alumnos pretendan replicar ideas de otros grupos. El debate está servido, y en algunos casos los grupos deciden cooperar, y en otros se hace necesario regular la competencia desleal.
- Indefensión laboral: nos hemos encontrado también con poca regulación a la hora de contratar personas y “descontratarlas” por parte de los socios originales. No había papeles de por medio, y en más de un caso cuando los servicios no se han considerado necesarios porque el proyecto ha cambiado de orientación se ha prescindido de la persona sin más contemplaciones ni compensaciones. Como Steve Jobs, vaya.
- Teoría de la cooperación: la mayoría de proyectos escolares son de cooperativas sin ánimo de lucro en que los estudiantes colaboran y entienden el por qué de una cooperativa. La teoría es bonita, pero cuando llega el momento de repartir las ganancias -o al menos una parte- o avalar a aquellos que por edad, por falta de ideas o de equipo adecuado no han llegado a cubrir el coste del viaje, la teoría flojea.
- The winner takes it all: también ha ocurrido que los diferentes equipos no quieren ver que la ubre de las familias -que no olvidemos son quien acaba pagando pastelitos, ropa, cine, sorteos … – es limitada. Aunque saben que este maná es finito, siguen vendiendo para conseguir más aunque ello signifique que otros equipos más lentos se queden sin pastel.
- Hacienda somos tod@s: otra de las reglas introducidas de manera tardía expresamente ha sido la necesidad de que las empresas declararan impuestos sobre los beneficios. Esto les ha obligado a puntear una contabilidad hasta entonces poco consistente y a rendir cuentas. Cuando hemos simulado lo que debería llevarse la hacienda local de sus “salarios” o del impuesto de sociedades se han llevado las manos a la cabeza, y a las carteras.
Y para acabar entramos en los conflictos éticos. ¿Debemos dejar que las diferentes iniciativas experimenten con lo que en estos momentos (12 a 16 años) les apasiona, o debemos regularlas capando la creatividad? Dos ejemplos, una empresa de compra venta de armas (virtuales) para juegos online y otra de apuestas también online. ¿El fin -aprendizaje y costear un viaje de estudios -justifica los medios?
Nota. La imagen es del post de Vishal Kumar que como yo se pregunta sobre la oportunidad, conveniencia y modelos para trabajar el emprendimiento en las escuelas.
Real como la vida misma. Es excelente que puedan constatar por sí mismos esos problemas convivenciales básicos de libertad vs regulación y de egoísmo vs solidaridad y a un nivel en que todavía se puede hacer el aprendizaje sin recibir daño (excepto, quizás, en el ego). Y sería bueno, me parece, que el tipo de emprendimientos variase de manera que no siempre los destacados o los vencedores fueran los mismos, para que todos vieran ambas facetas de la realidad.
Gràcies pel teu comentari. Crec que una entrada com aquesta no apareix mai a les guies d’emprenedoria a l’escola, però és el que jo visc cada dia a l’escola.