De la inteligencia artificial siempre me ha fascinado la capacidad de generar configuraciones a base de prueba y error y fuerza bruta -como la naturaleza- hasta encontrar un conjunto de soluciones que se adaptan al objetivo y a las restricciones. Lo hemos visto en muebles como el de la imagen o en bicicletas. Pero son figuras estáticas. Podemos ir más allá?En muchos aspectos la inteligencia artificial puede ser más rápida y eficiente que la inteligencia humana, y diariamente se publican estudios sobre todos los trabajos que van a desaparecer en los próximos años, empezando por taxistas y traductores. Pero si tú eres una coreógrafa seguramente pensarás que estás a salvo de la quema, porque es imposible que un algoritmo diseñe un paso de baile. Veamos.
DeepMind, la empresa de AI de Google, ha publicado una nota de prensa que describe cómo sus algoritmos, en base a unas pocas restricciones y objetivos, consiguen que una figura humanoide virtual aprenda a caminar y a evitar obstáculos. Nadie le ha dicho cómo se hace, ni tiene a nadie a quien imitar. La figura en cuestión es consciente de su estructura y está dotada de sensores virtuales que le indican cómo está y su relación con los obstáculos, y el algoritmo genera soluciones hasta que algunas le permiten avanzar. El vídeo de Google es autoexplicativo, y vale la pena visionarlo si tienes unos minutos.
Si habéis llegado hasta el final habréis visto que se ha generado una solución alternativa, un paso lateral que satisface el mismo objetivo -llegar al final- aunque de una manera poco ortodoxa para nuestro punto de vista, más propia de la danza que de un caminar natural hacia delante. Imaginad que introducimos un objetivo diferente relacionado con la armonía, la belleza y la sensualidad. Creéis que sería capaz el algoritmo de generar algo tan potente como este breve gif, fragmento extraído de este vídeo promocional del Cos de Dansa de l’Esbart Sant Cugat?
Por mucha fuerza bruta que pongamos, todavía está lejos el día en que sepamos cómo parametrizar la armonía, la belleza, la sensualidad o el amor. Así que coreógrafas y coreógrafos del mundo, podéis todavía seguir pensando que un robot no os va a robar el trabajo en los próximos diez años. Pero no mucho más allá.