A menudo las preguntas simples son las más poderosas. ¿Puedo renunciar a mi nacionalidad? Este esquivo concepto tiene dos acepciones, la jurídica como contrato hereditario entre un estado y una persona que genera derechos y deberes, y la social más relacionada con la cultura. En el segundo caso cambiar es sencillo, basta con adoptar paulatinamente otra cultura a través de la inmersión en una comunidad. Ahora bien, en el caso de la nacionalidad jurídica la cosa és más compleja.
He estado leyendo algo sobre el tema y cada vez más sorprendido, he decidido ampliar algo el hilo de twitter que iba publicando a medida que mi asombro crecía:
- La nacionalidad se hereda, como el color de los ojos o la capacidad de empatía. Por tanto nazco marcado, para bien y para mal. No tengo derecho a escoger nacionalidad (jurídica) sino que me viene impuesta. En este sentido parecería lógico que a los 18 años con la mayoría de edad existiese algo parecido al sacramento de la confirmación católica. Una pequeña ceremonia donde yo confirmase que acepto el contrato con el estado y por defecto la constitución.
- Para evitar que haya personas apátridas en la mayoría de países no puedo renunciar a mi nacionalidad si no consigo otra previamente. Para perderla debo residir en otro país durante años con ejercicio de la segunda nacionalidad y aún así tendré oportunidad de repesca para seguir conservando las dos. Pero si no obtengo otra, no puedo dejar la primera. Es decir, soy un cliente cautivo. La metáfora más clara es la de la portabilidad de una operadora móvil. Puedes abandonar a Movistar siempre que otra operadora te quiera como cliente, pero no puedes dejar de estar conectado a una operadora.
- Puede existir nacionalidad cultural sin estado, pero no sin territorio (aquí discrepo de wikipedia, que se ha quedado anticuada). Según esta nota, una vez una cultura ha conquistado un territorio puede fundar un estado y generar una nacionalidad jurídica con los miembros de la comunidad. Específicamente
Una vez que una nación esté provista de una solidez cultural, suficientes integrantes y recursos, así como del dominio de un territorio, puede eventualmente, si así sus costumbres lo aceptan, fundar un estado para ejercer el control sobre ese territorio para garantizar la supervivencia de la nación. El estado es una organización inmaterial, una autoridad que ejerce su supremacía y poder sobre un territorio y toda la población que en el habitan; normalmente, su fuerza se encuentra regulada bajo los principios de su cultura generadora, o bien sobre los principios culturales de la nación que la constituyó. .
Me he quedado de piedra al leer este texto. Una autoridad que ejerza su supremacía y poder sobre un territorio y toda la población que en él habita. Supremacía y poder. Todavía estamos así. Es decir, no es un contrato entre dos partes que yo puedo romper unilateralmente, sino que soy reo de un estado por el mero hecho de haber nacido hijo de. Puedo ampliar mi condición de reo a doble nacionalidad, y con el paso de los años puedo ser reo de otro estado que con la excusa de la protección me mantiene bajo su yugo, pero no puedo escapar legalmente.
Me sorprende con qué facilidad aceptamos esta condición de vasallaje que se asemeja demasiado a la servidumbre del feudalismo. Eso sí , es evidente que algo hemos mejorado porque ahora con el sistema democrático que impera hoy en Europa al menos parece que podemos escoger quién nos gobierna. Desgraciadamente todavía no podemos escoger al señor feudal, en este aspecto seguimos, con algunas sutiles diferencias, como hace 1000 años.