No sé si alguna vez habéis jugado al “Game of life“, un inocente experimento con mucha teoría sobre autoorganización detrás. Se trata de un juego creado por John Conway, y con el que os podéis pasar horas probando nuevas figuras de condiciones iniciales. Hace tiempo hablé sobre esto en un post escrito a altas horas de la noche.
Las reglas del juego no pueden ser más simples
- For a space that is ‘populated’:
- Each cell with one or no neighbors dies, as if by loneliness.
- Each cell with four or more neighbors dies, as if by overpopulation.
- Each cell with two or three neighbors survives.
- For a space that is ’empty’ or ‘unpopulated’
- Each cell with three neighbors becomes populated.
(Un inciso: si os sobra tiempo, os recomiendo este libro que leí hace unos años “Complexity: the emerging science at the edge of Order and Chaos” de M. Mitchell Waldrop que me sedujo tanto por el contenido como por el estilo de redacción. Nos describe los inicios del Santa Fe Institute y de la ciencias de los sistemas complejos y la autoorganización, y del Game of Life).
De vuelta. Si jugáis un poco veréis que dependiendo de las condiciones iniciales (las figuras) aparecen modos estacionarios, otros en los que el “alien” creado se mueve, otros en los que crece y explota… y si en alguno de ellos introducís un elemento extraño (podéis hacerlo clicando en uno de los píxels) veréis que el comportamiento es totalmente diferente.
Pues bien, hablando en términos de ecosistemas de innovación. Qué configuración sería la óptima para conseguir que el ecosistema se desarrolle? Por qué la introducción de un nuevo elemento en una configuración determinada de un cluster (por ejemplo una agencia de innovación local o una subvención) hace que una región se vuelva dinámica y en otros casos sea un fracaso total? Qué relación tiene esto con las organizaciones que aprenden? Y con la autoorganización?
En los próximos posts intentaré buscar referencias sobre el tema y reflexionar sobre el mismo. Hay bastante escrito sobre la difusión de las innovaciones, pero lo que a mi me interesa particularmente es por qué cuando un centro de investigación de excelencia se “planta” en una región su efecto sobre la misma es nulo o inapreciable.
Existe alguna manera de conseguir que la pyme local que en general sigue un modelo de innovación “de perfil bajo” consiga acceder al conocimiento de las mentes brillantes del centro de investigación que genera publicaciones y conocimiento estructurado, codificado y reconocido en los indicadores “oficiales”? Será verdad que simplemente se trata de que hablan lenguajes diferentes tal y como siempre se dice de la relación universidad-empresa? En este caso la figura de un traductor o traductora sería suficiente, pero la realidad es tozuda, y la transferencia de conocimiento entre unos y otros sigue sin funcionar.
No será que en realidad se trata de un problema de castas de innovación? Donde antes primaba el capital y dimensión para clasificar a una organización ahora se considera la calidad de su conocimiento estructurado? Y el conocimiento que atesora el pobre barbero de mi pueblo, cómo se puede codificar y medir?
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Pere, yo creo que buena parte de la explicación hay que buscarla en las interacciones persona-persona, al margen de las relaciones institucionales. Hoy es más fácil que nunca desarrollar contactos desintermediados. Claro que yo vengo de la psicología, pero cada vez me parece más evidente que la persona tiene a su alcance una conectividad muy superior a la de la empresa en su conjunto, que se ve más maniatada por conservadurismos y recelos.