Leyendo este excelente post de Antoni Flores sobre el low cost así como sus numerosos comentarios me vienen a la cabeza varias ideas y reflexiones.
1. Low cost no tiene por qué ir asociado a tecnología y a 2.0. Se trata para mí más bien de pagar por lo que realmente me aporta valor o cree uno que aporta valor a la sociedad en su conjunto. El caso de la tienda que sólo abre 4h a la semana que comentaba en un post anterior es para mí un ejemplo válido de low cost, y no es necesario ni el correo electrónico . Si todos los consumidores nos ponemos de acuerdo -y también los vendedores en un sueldo menor a cambio de mayor calidad de vida- podemos reducir el coste del local al mínimo necesario.
2. El comercio justo se define como una forma alternativa de comercio que combina un salario justo para el productor con la sostenibilidad ambiental y social. Mi experiencia con este tipo de comercio me lleva a pensar que siempre será residual y que no ofrece productos que satisfagan mis necesidades. No me gusta el café, y cuando intento comprar ropa no consigo la talla adecuada, oferta escasa.. No podría el low cost -con ética- mejorar los procesos consiguiendo un resultado mejor y un mayor impacto? No podría yo ponerme en contacto con la cooperativa lanera de Bolivia para que me enviase directamente mi poncho de alpaca? No podría yo “apadrinar” directamente mi alpaca como hacemos con las vacas locales? (Un tema aparte sería si tiene sentido importar ponchos de alpaca con el coste ambiental que supone, creo que no, pero no es el objeto del post. Compremos todos lana de oveja local adaptada a la climatología mediterránea, por ejemplo en la antigua y encantadora Fábrica de Llanes de Arsèguel).
3. Las universidades, sumidas en un déficit de caballo, deberían también tal vez empezar a pensar en este movimiento. Estamos acostumbrados a pagar poco (un 10%) del coste real de los estudios universitarios, y poco o nada en los institutos de secundaria, y por tanto esta evolución es lenta. Recogía en este post anterior la tendencia creciente a pasarse a la educación online. Se preguntan algunos jóvenes, ¿por qué tengo que aguantar a este profesor peñazo si lo tengo todo explicado en internet, y cuando tengo dudas puedo consultar un tutor online, wikipedia o a mis amigos en un chat?”. Una visión que encajaría más en este artículo -siempre que se asumiese el coste real de la educación o que la pregunta se la formule alguien que pague impuestos- podría ser “por qué tengo que pagar tantos edificios, bedeles, calefacción, mantenimiento si lo que los estudiantes necesitan no está ahí dentro? Sólo pagaré por lo que me aporta valor. Un edificio no me aporta valor, y si lo necesito, lo alquilo por horas o días como hacen algunas universidades online durante las pruebas “físicas”.
4. La Real Academia de la Lengua observa impávida como los nativos digitales prescinden de las vocales -y no digamos ya de la inútil y obsoleta “mudita”-. Los jóvenes optan por lo que les aporta valor en una sociedad marcada por el exceso de oferta. Están tan acostumbrados a escoger entre la abundancia que se plantean escoger también las letras que les aportan valor -ms allá d la rstriccion del sms-, y dentro de unos años pensarán que no vale la pena pagar impuestos para mantener a unos señores y alguna señora que necesitan tantas letras para comunicarse, y les cerrarán la academia.
5. Y finalmente, qué pasaría si vinculásemos el movimiento low cost con el slow movement? Realmente, estamos trabajando horas y horas en actividades que no siempre nos satisfacen para poder disfrutar de unos pocos momentos de libertad de consumo de ocio el fin de semana. El movimiento slow food, el simple living, simplicity, y similares nos recuerdan que hay otras maneras de vivir igualmente válidas, no tan estresantes y más sostenibles. Podemos despojar nuestra vida de elementos superfluos y quedarnos con una experiencia vital S-low cost basada en el fortalecimiento de las relaciones humanas y en el desarrollo de conocimiento y aptitudes específicas de cada persona que realmente nos hagan felices? Para ello, tal vez sea necesario cambiar el sistema educativo, como sugiere en su actualización tras cuatro años de silencio en TED el -entre otras cosas- showman Ken Robinson.
Otro caso de oportunidad low cost captada en el #forumtecnio.
Por qué pagamos seguro del automóvil mientras no lo usamos? No tendría más sentido pagar sólo durante el tiempo en que está en marcha? Sí, tal vez cuando está en el párking me lo pueden aplastar, pero no seré yo, será el otro y su seguro tendría que cubrirlo si fuese legal y dejase nota, claro.
En todo caso seguro que bajaría el precio del seguro, si hubiese una tecnología capaz de detectar y informar si el coche está en marcha, y dónde está…. (seguro que ya existe, no?)