2017032. Esperando un milagro de mediación.

Tengo 48 años. Trabajo en una universidad, casado y con hijos. Clase media, hipoteca, bilingüe en casa como muchas otras familas de Barcelona. No soy un “radical independentista” abducido. Tampoco mis amigos. Pero la mayoría de nosotros tenemos la sensación de que nos estáis echando, y antes de que la cosa vaya a mayores, que irá, quiero dejar constancia de mi posición, lo que pienso y lo que siento.

Todos llevamos una semana en tensión, sin poder apenas trabajar, dormir, pensar con claridad. Vivimos pendientes de las noticias de aquí y del extranjero, de los comentarios en las redes….  Hemos pasado el último fin de semana durmiendo y participando de la preparación y votación en los colegios electorales, y hemos visto cosas increíbles, para bien y para mal.

Nos han agredido brutalmente. En TVE no veréis las imágenes, pero es verdad. Poco me importa ya si os lo creéis o no. Tenéis recursos para informaros si queréis, pero sospecho que algunos no querréis. Podrían haber sido mis padres, mis hermanas, o yo mismo. Solo la casualidad hizo que no me tocara a mi. Diréis que estoy manipulado. Yo vivo aquí y lo he visto. Por favor, no me digáis más que nos lo estamos inventando.

Yo no quiero que me gobierne un señor y una señora que no paran de mentir. Me ha quedado claro que lo de los hilillos de plastilina fue solo el principio. ¿Cómo pueden decir que fue una actuación proporcionada, o que nos lo hemos buscado? Tal vez desde el otro lado lo entiendas, yo no puedo. Y no puedo tampoco dejar que administren el resultado de mi trabajo estas personas, no confío en ellas ni en su gestión. No hablo de corrupción, sino de algo mucho más básico.

La realidad que vivo cada día es que 80% de las personas mayores de edad queremos votar, para decidir si seguir en un Estado que se llama España o constituir una República.  A algunos lo del 1-O les basta, a la mayoría nos gustaría, de verdad, un referéndum pactado sabiendo a qué atenernos a la hora de tomar decisiones.

Creíamos algunos que la izquierda española tal vez entendería de qué va esto, pero las últimas declaraciones de hoy de Pedro Sánchez muestran lo equivocado que estaba. Algo está podrido en el sistema, y no hay manera de arreglarlo. El barco se hunde.

En 2006, con el Estatut, muchos aceptamos que era el mejor acuerdo posible para afianzar la convivencia. Se lo cargaron en 2010. Se lo cepillaron por ambos bandos. Y ahí empezó todo. Hasta hoy. Y durante estas dos últimas semanas mi mente ha hecho clic. El último resquicio de esperanza se ha cerrado. No hay salida.

Sé que a partir de ahora lo vamos a pasar mal. Estamos angustiados porque no sabemos qué va a pasar mañana, ni pasado. Pero estamos decididos a seguir adelante. No son Puigdemont o Junqueras, somos  más de 2,5 millones de personas las que decimos basta. Las que decimos que nos vamos. Muchos no queríamos, pero nos estáis echando. A patadas.

Lo siento, de verdad, me duele no haber podido llegar a un acuerdo. Me duele que la UE mire hacia otro lado. Y me duele que no haya millones de personas más allá de nuestro querido Ebro que empujen por ello.

A las que lo han intentado, gracias de todo corazón.

Os pido ayuda porque sé que estáis ahí, pero sé que el Estado es poderoso y sus resortes están bien engrasados, y que no va a ceder.

Y os pido ayuda porque sé cómo somos y actuamos, y que a estas alturas no vamos a parar. Tres generaciones con un mismo propósito, aunque no todos compartan la velocidad de escape. Después de lo ocurrido ya nada nos retiene en este Estado. Ya no.

Esperando un milagro de mediación hacia una consulta pactada.

Pere